La democracia occidental que la ONU de la mano de la OTAN ha expandido a Libia, es una de las farsas más sínicas de la historia del derecho internacional moderno; que le cuesta al pueblo libio un brutal martirio cotidiano.
Las peores
torturas y denigraciones humanas se han visto en Libia desde el comienzo de los
bombardeos de la OTAN, en marzo del 2011, a hoy.
Bengasi, denominada
por los que pergeñaron la conspiración contra el viejo líder revolucionario del
África, “la capital de la revolución de febrero”, desde hace más de tres años,
es un festival de sangre, con todo tipo de atentados terroristas, torturas y
asesinatos extrajudiciales.
Las cifras
de víctimas mortales que la guerra y su escenario posterior dejaron, varían
según determinados datos y pruebas que distintos organismos otorgan. Faraj
Muftah miembro de las tribus libias, el año pasado le dijo a la agencia The
Voice Of Russia, que él y su equipo de trabajo, manejan pruebas que indican que
la OTAN y las milicias anti-khadafi asesinaron a medio millón de personas en el
país magrebí.
Mientras
que la Libia de los Khadafi era felicitada de manera seguida por la ONU y otros
organismos internacionales, ya sea por su política benefactora para con los países
de África o por su activismo en pos de los Derechos Humanos; hoy, la nación
norafricana envuelta por la anomia generalizada, tiene hipótesis de conflictos
con todos sus vecinos del continente, debido al fluido de terroristas que pasa
por sus fronteras.
Más de
30.000 prisioneros en centros clandestinos de tortura sufren todo tipo de abusos;
los miembros de la tribu de la ciudad de Tawerga, continúan desplazados, por lo
que su histórica ciudad sigue siendo desde octubre de 2011, un distrito fantasma.
Los negros
subsaharianos siguen siendo perseguidos por el racismo de las milicias
anti-khadafi que formaron y armaron los países del “primer mundo” junto a los
medievales Qatar, Turquía y Arabia Saudita. Esta denigrante situación, junto a la exclusión política del Khadafismo y su
persecución penal, prueban que las nuevas autoridades intentan (aunque no
pueden), imponer el orden a través de un régimen de Apartheid.
Con la
guerra que la OTAN impulsó contra la Libia de Khadafi en el año 2011, en
alianza con organizaciones terroristas ligadas y dependientes de Al Qaeda; el
premio nobel de la paz, entre otros, dejó en claro la relación más que viva de
EE.UU. y sus aliados fanáticos de la organización que Osama Ben Laden “condujo”
hasta hace tres años.
Ante la
crisis política y humanitaria que agobia al país africano, en una entrevista
concedida desde El Cairo a la cadena Telesur, Ahmed Gadhaf, yerno del difunto
líder libio, hizo un llamado a los pueblos y gobiernos de Latinoamérica y otras
partes del mundo, para presionar a las Naciones Unidas de que asuma su
responsabilidad, para encontrar una solución negociada entre todos los libios,
sin ningún tipo de participación de la OTAN.
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